2 dic 2008

Noosfera, la mente de la Tierra.


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El término Noosfera tiene su etimología en el griego “noos” que significa “inteligencia” y esfera. Su significado sería “esfera o campo de inteligencia”, atribuido al campo de transmisión de señales que utiliza la Tierra para intercomunicar todos sus sistemas.

James Lovelock lanzaba al mundo la “Teoría de Gaia” en la que alertaba a los biólogos que el planeta Tierra realizaba todas las funciones que realiza un ser vivo, un organismo, con la excepción de la reproducción, por lo que podría considerarse al planeta como a un ser viviente. En la época en que Lovelock lanzaba esta teoría, la comunidad científica no tenía en cuenta su visión porque violaría las leyes de la biología (aunque muchas especies lo hacen), pero Lyn Margulis, una bióloga Premio Nacional de La Ciencia de Estados Unidos, le apoyó oficialmente coincidiendo con sus ideas.

La Noosfera vendría a representar la “mente” o el campo no local de transmisión de información, como una de las etapas evolutivas de la Tierra. En sus inicios, nuestro planeta era solo una roca incandescente golpeada por miles de meteoritos y asteroides, arrasada periódicamente por el plasma solar. Pero con los años, fue desarrollando distintas capas de autorregulación con el medioambiente espacial como la magnetosfera que en la actualidad nos protege de los rayos cósmicos peligrosos, y de meteoritos y asteroides.

Para el cosmólogo ruso Vladimir Verdnasky (1863/1945) primero se desarrolló la geosfera. Llamamos así a la capa de unos 6400 kilómetros, que se extiende desde la superficie (corteza) hasta el núcleo terrestre. En la superficie apareció la vida (biosfera) y toda esa complejidad evolutiva de nuestro planeta necesitaría una conciencia o inteligencia para procesar los estímulos y señales, algo que casi en la misma época el jesuita Teilhard de Chardin, llamaría Noosfera.

Verdnasky visualizaba que en la biosfera (todo lo vivo en el planeta), el ser humano realizaría una alquimia con los elementos, propiciando una gran transformación en la biosfera, que daría paso a la Noosfera a través de la interacción humana con los elementos de la Tierra, una alquimia que ayudaría a evolucionar un sistema de inteligencia cuyo paso anterior sería la transmutación de los elementos mediante la energía nuclear.

La masa crítica.

Para los seguidores de la Teoría de Gaia, ese paso anterior no es la energía nuclear, sino la tecnosfera, las grandes redes de intercomunicación que en los últimos años se han disparado en su desarrollo como Internet, redes satelitales y de telefonía.

Es curioso observar que uno de los métodos que tiene la naturaleza para ayudar a los seres vivos a evolucionar es el fenómeno de la masa crítica. Cuando una especie aprende algo que puede serle útil para su supervivencia, y un gran número de individuos de la especie ya aprendió a hacerlo, de manera sincrónica y en menos de un segundo, toda la especie lo aprende, no importa en qué lugar del planeta se encuentre. Lo que nos daría lugar a especular en que todas estas redes de comunicación que hemos creado los humanos (la tecnosfera) podría ser un paso necesario para sincronizarnos en un nuevo paso evolutivo de la humanidad.

En la naturaleza existen muchos ejemplos de masa crítica, formas en que las distintas especies se sincronizan más allá del tiempo y la distancia, lo que demostraría que sí existe un campo de transmisión de información no local que está actuando permanentemente.

Campo no local de pensamiento.

El científico Rupert Sheldrake lo ha demostrado en distintos experimentos de laboratorio, que explican fenómenos como la telepatía animal y el aprendizaje de destrezas de toda una especie, indistintamente del lugar donde se encuentren.

La existencia de un campo no local de pensamiento y de transmisión de información en tiempo real creado por la naturaleza, indicaría que estamos ante una entidad ingobernable, ya que un pequeño grupo de personas podrían controlar Internet por ejemplo, porque ésta depende de nodos o grandes servidores que controlan a otros más pequeños, pero un campo no local, sería imposible de gobernar…

Un ser inorgánico no se auto-regula. Carece de un aparato perceptual que le permita saber lo que sucede en su medioambiente, y carece de la inteligencia para discernir lo que es peligroso de lo que le podría beneficiar. Sin embargo el planeta Tierra ha desarrollado varios sistemas de auto-regulación y demuestra una impresionante evolución, lo que indica que no solo cuenta con sistemas sensoriales para “sentir” lo que ocurre en su interior y en el exterior, sino que también cuenta con una inteligencia y un campo de transmisión de señales para procesar lo que percibe. Eso solo lo puede hacer un ser que está vivo.

La biología oficial se resiste a aceptar la condición de organismo de nuestro planeta, pero es una ciencia que en muchos aspectos necesita replantearse sus leyes básicas. La física cuántica ya ha roto varios de los paradigmas de la biología, pero ésta aún sigue enseñándose en occidente según el pensamiento que hemos heredado del Imperio Romano. Necesita cambiar, necesita replantearse varios de sus postulados.

Pero fue justamente durante el surgimiento de la Iglesia Católica como poder casi absoluto en el mundo occidental, que toda la sabiduría ancestral sobre los procesos de la naturaleza, se ha ocultado sistemáticamente en pos de trasladar el poder que los pueblos le atribuían a los fenómenos naturales, al ser humano.

Todos nuestros ancestros, de todas las culturas del planeta, consideraban a la Tierra como a un ser vivo y la adoraban como a una diosa. Ese poder y adoración fue trasladado por medio del control social e ideológico a “los representantes de Dios en la Tierra”, obviamente seres humanos de una élite que gobernaron así a todos los pueblos. La Inquisición se ocupó de destruir el conocimiento que se tenía sobre el poder de las plantas medicinales, quemando a las “brujas” y trasladando así el poder de “curar” de la naturaleza al humano a través de la medicina.

Con la evolución de la Noosfera, esta estrategia quedaría disuelta, propiciando una forma de gobierno, donde el poder sería el que realmente es y siempre ha sido: el de la naturaleza, por encima de cualquier ambición humana.

Bianca Atwell 
revistanamaste.com

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