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El funcionamiento de los dos principios fundamentales
El funcionamiento de los dos principios fundamentales
Hay dos principios fundamentales a partir de los cuales funciona el proceso creativo. El primero es la activación, el otro es el principio de no interponerse en el camino y permitir que las cosas sigan su propio curso. Estos dos principios creativos existen en todo el universo y se manifiestan en todas las cosas de tu vida. Controlan todo lo que sucede deseable e indeseable, importante o banal, desde el suceso más pequeño y mundano hasta la creación del universo.
Si lo que se crea ha de ser constructivo, fructífero, alegre y placentero, entonces estos principios deben interactuar de manera armoniosa, deben completarse. Si lo que se crea es destructivo, doloroso, vergonzoso o triste, los dos principios también deben estar trabajando, pero en este caso lo hacen de manera distorsionada e incomprendida. En vez de complementarse, interfieren el uno con el otro. En vez de que configuren una totalidad unidad, un cierto dualismo los convierte en opuestos mutuamente excluyentes. Cuando se reconcilian los dos lados de la dualidad, entonces las dos fuerzas aparentemente opuestas trabajan juntas hacia una meta.
La dualidad en contra de la unidad es una situación que se manifiesta en toda la creación: siempre que una entidad es sacada de su centro y por lo tanto está sumida en la ignorancia y el error y aparece la dualidad.
Los dos principios fundamentales de la creación, activar y dejar que las cosas sigan su propio curso, son leyes universales presentes en todo lo que ha sido creado.
El principio masculino
Activar significa que la entidad consciente deliberadamente busca, pone en movimiento, se mueve hacia, causa, determina o usa estas fuerzas voluntariamente llamándolas a la acción y quitando cualquier obstáculo que pudiera surgir. El esfuerzo y la perseverancia son parte integral del poner las fuerzas creativas en acción. Esto es un hacer de manera activa. Podemos llamarlo el principio masculino dentro de la creación. La actitud de “permitir que las cosas sigan su curso" significa ser receptivo y esperar. También es un movimiento, puesto que todo lo que está vivo debe moverse. Pero este tipo de movimiento es muy diferente de aquél del principio activador. El principio activador se mueve hacia afuera dirigiéndose hacia otro estado, mientras que el ánimo de permitir que las cosas sigan su curso es un movimiento dentro de sí mismo, es un movimiento involuntario de pulsación. El movimiento de activación, en cambio, es deliberado y auto-afirmativo.
El principio femenino
La actitud de permitir que las cosas sigan su curso está sostenida por una actitud de esperar paciente y confiada, en permitir que el proceso madure hasta fructificar, en someterse a las fuerzas que están en movimiento. Éste puede ser llamado el principio femenino de la creación. Tal como dije antes, los principios masculino y femenino existen en cada tarea y en cada creativo.
El aliarse a las fuerzas creativas, sometiéndose a ellas, muestra una profunda confianza en la vida y en el estado del ser que no requiere ni un ápice más de movimiento que la activación de los poderes en los que uno confía.
Todo lo que funciona bien en el universo, desde las más pequeñas manifestaciones de la vida mundana, combina estos dos aspectos de la vida y de la conciencia. Nada puede crearse sin que estos dos principios actúen. No es posible que se realice ninguna unión entre los dos sexos a menos que de estos principios funcionen de la manera en que deben hacerlo.
El placer supremo es posible en la medida en que estas actitudes sean sanas, y hasta el nivel en el que la confianza en uno mismo y en la vida permita que ambos principios se manifiesten.
Tanto los hombres como las mujeres representan ambos principios, solo cambia su organización, énfasis, grado, proporción y relación del uno con el otro. El hombre sano e integral no representa exclusivamente al principio activador, del mismo modo que la mujer sana e integrada no sólo representa al principio de permitir que las cosas sigan su curso.
Cuando estos principios creativos se distorsionan y se les utiliza de manera equivocada generan confusión y falta de armonía. El resultado no puede ser más que la destrucción.
Distorsiones de las fuerzas creativas masculina y femenina
El principio masculino tiende hacia el exterior y conduce a acciones generadoras de consecuencias. La acción que sigue a la fuerza conductora construye, afecta, provoca y determina activamente. Cuando la persona no es capaz de esperar a que “algo” suceda, sino que quiere resultados inmediatos y los atribuye únicamente a su activación, viola el principio femenino de la creación en cuestión. En cambio, cuando se está completamente consciente de que ya no necesita fuerzas destructivas y, por lo tanto, ya no les teme, también empieza a descubrir que es capaz de crear. El principio femenino de la receptividad, de dejar que las fuerzas activadoras funcionen como deben para fructificar, se distorsiona cuando la entidad se rehúsa a asumir su responsabilidad.
El principio creativo femenino se pervierte cuando al hacer a un lado la auto-activación uno se somete a la autoridad de otra persona en lugar de someterse a sus propios poderes internos activados. Este tipo de rendición o abandono no puede traer nada favorable para ninguno de los dos.
Es así como el principio femenino o la feminidad a menudo se asocia erróneamente con el desamparo, la pasividad y la inferioridad, mientras que el principio masculino suele asociarse equivocadamente con la fuerza bruta y la superioridad. Del mismo modo, un hombre no puede ser realmente un hombre si no está libre de la destructividad y dispuesto a dejar que el principio activador funcione a su manera.
Dicho de otro modo, debe seguir al principio femenino con el fin de poder activar completamente al masculino, al igual que una mujer íntegra debe activar el principio masculino para entregarse al femenino.
La integración armoniosa
Los hombres y las mujeres deben expresar ambos aspectos pero el énfasis de cada uno difiere y las áreas en las que los dos aspectos creativos se manifiestan también son diferentes. Una vez que empiezas a pensar en esto y a mirar la vida con este nuevo enfoque que reconoce a los dos principios en su funcionamiento, verás y comprenderás mucho más acerca de la creación misma y acerca de los sucesos del mundo. Ya sea que abras un negocio, que inicies una relación con otra persona, que seas el creador de tu destino o de un universo, todo dependerá de la medida en la que comprendas y utilices de manera armoniosa los principios creativos masculino y femenino y qué tan consciente seas de ambos dejándolos que surjan de ti.
Esta interacción entre hombre y mujer expresa los dos lados del poder creativo de una manera muy obvia. La unión de los sexos es satisfactoria en la medida en que los dos lados estén en armonía al interior de cada uno de los miembros de la pareja. La armonía entre ellos sólo se establece cuando se cumple esta condición.
Hombres y mujeres deben trabajar sobre los mismos problemas, pero su interacción se realiza en un nivel complementario y no igual. No es posible alcanzar la realización personal si no se convierten en hombres y mujeres íntegros en el sentido más profundo de la palabra.
Equilibrar los dos principios dentro de cada individuo
La manifestación de los principios masculino y femenino en la vida interior de cada individuo es una parte sustancial de la realización personal.
Una semilla requiere de la acción para ser plantada correctamente, pero una vez no puede sacarse inmediatamente convertida en planta. Se le debe dar tiempo para que germine dentro de la tierra hasta que aparezca el brote.
La verdadera espiritualidad debe convertirlos en hombres y mujeres completos en el mejor sentido y en todos los niveles de su existencia. Su crecimiento inevitablemente armonizará estos niveles. Pero cada uno debe descubrir mediante el auto- examen de qué modo y en qué sentido existe una falta de armonía o un desequilibrio.
Cuando seas capaz de amar verdaderamente, estos principios se expresarán en ti de manera total.
Eva Pierrakos - Judith Saly
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